lunes, 5 de enero de 2009

MIS LECTURAS EN 2009.

Título: Son de Mar. Autor: Manuel Vicent.
Alfaguara. 333 páginas.

Ahogados en el amor.

Esencialmente Son de Mar es una novela de amor y vida con el mar de fondo, el Mediterráneo de los mitos y las leyendas, aunque también es la historia de un naufragio y de un regreso inesperado.
Con veintisiete años Ulises Adsuara, profesor de literatura clásica llega a Circea, pequeña ciudad de la costa levantina, como profesor de Instituto de secundaria, “con todos sus estudios a flor de piel y ninguna experiencia de la vida”. Conoce a Martina, una joven soñadora con el corazón mordido por el sueño de un amor irreal. Martina era hija de Basilio, el dueño de El Tiburón, la cantina del puerto, donde Ulises a diario, tras impartir las clases a sus alumnos, iba a comer. Una mañana que Martina estaba sola detrás del mostrador, Yul Brynner, que andaba por Circea rodando la película Donde la tierra termina, junto a la actriz Tatún Novack, apareció de repente en el local a tomar una ginebra. Impresionada por la presencia del actor, a la muchacha se le desató el pulso mientras intentaba servirle, pero el actor la ayudó solícito a verter el líquido en el vaso. El roce suave con la mano de Yul Brynner y la trasparente mirada azul con la que la obsequió el galán de Hollywood marcaron para siempre el destino de la adolescente.
Pronto Ulises y Martina, dos naturalezas construidas con la materia evanescente de los sueños, se hacen amigos, empiezan a salir juntos y mantienen una relación apasionada donde al principio la práctica del sexo salvaje suplanta sus ansias de vida. El resultado de todo ello es la natural preñez de Martina con el consiguiente casamiento de la pareja. Ulises se casa por responsabilidad y por la amenaza implícita de Basilio, el futuro suegro, de ensartarlo con un arpón de pescar marrajos, si no apechugaba con la barriga.
Ulises se casó por compromiso, por obligación, pero no por amor, que en su mujer sí era consistente y sin fisuras. “Llevo un hijo tuyo aquí en la barriga desde hace tres meses --se quejaba Martina, viendo a Ulises cada vez más ausente--, acabamos de casarnos y todavía no me has dicho que me quieres. Anda, dímelo de una vez. ¿Me quieres?” Ulises tenía la mente puesta en otra parte, en exóticas islas, lejos de allí.
Con el paso del tiempo, la rutina del matrimonio no sólo no aminoró sus deseos de aventura incubados con la lectura de los clásicos, la Odisea, la Eneida, etc., o, con mayor empuje, con los nacidos en la cantina El Tiburón, al aliento de las historias que contaban los viejos marineros como el pescador Requena o el marinero Quisquilla, sino que lo incitó a buscarlas. Un domingo que salió a la pesca del atún, finge un naufragio con la complicidad de una veraneante extranjera que lo acoge en su barco, y desaparece de Circea, dejando el rastro de la barca a la deriva, el frugal avituallamiento que lo acompañaba y las gafas de miope. Al cabo de diez años, después de navegar los mares del planeta, cuando todos en el pueblo lo habían dado por muerto y Martina se había casado de segundas con Alberto Sierra, el constructor rico que siempre la deseó por esposa, Ulises Adsuara se presenta ante su mujer con el atún que le había prometido la mañana que se fue en la barca. Había tenido que recorrer medio mundo para saber que la amaba con locura. Martina que a pesar de vivir en la opulencia al lado de su nuevo marido nunca se sintió dichosa como lo fuera con Ulises, el regreso de éste devolvió a su suntuaria existencia el hálito de vida que se le había amodorrado con su prolongada ausencia. “Todos los muertos vuelven si los llama el amante con la fuerza necesaria”, reza en algún pasaje de la narración. La vuelta repentina de Ulises supuso para Martina, que nunca en su corazón dejó de evocar a su amor perdido, un renacer glorioso para sus sentidos, la sangre estancada de los últimos años le fluía ahora por las venas con una calidez agitada y su cuerpo entumecido de copular sin deseo se rebullía ahíto de emociones, con una alegría sin límites.
Al regreso de Ulises los dos amantes, a ocultas del mundo, reanudan sus encuentros amorosos con el apasionamiento salvaje de las primeras veces. En secreto viven un romance volcánico que los sublima y los libera, pero que irremisiblemente los lleva a la destrucción. La realidad exterior termina por hacer trizas el sueño de la ilusión que ambos alimentaron, pero la unión de Ulises y Martina al cabo de una década, después del naufragio, supone para ambos el triunfo del amor que acudió en su rescate para salvarlos en la muerte y de esta forma permanecieran juntos en la eternidad.
La novela Son de mar fue galardonada en 1999 con el Premio Alfaguara de Novela. El jurado que le otorgó el premio enjuició de esta forma su veredicto: “Una historia contemporánea de amor y misterio enmarcada en el mundo sensual y mágico del Mediterráneo. Con una prosa nítida y rica en imágenes, Manuel Vicent cuenta la aventura de una pareja cuyo destino está sometido a su propia pasión y al influjo de los mitos clásicos que se mantienen vivos en su fantasía”.

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